Muchos practicantes de artes y métodos marciales tal vez no
son conscientes que su principal motivo de práctica es el miedo. En el Aikido
no es diferente, ya que implica entrenar para resolver situaciones de
oposición, en este caso en un marco de armonía.
Buscamos en nuestro querido google, definiciones de “miedo”
para afinar un poco, y elegimos esta, ya que nos parece adecuada.
Miedo:
1.
Sensación
de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario,
consciente o inconsciente. (Lo de consciente e inconsciente me tomé el
atrevimiento de agregarlo)
2.
Sentimiento
de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se
desea.
Es extraño por una parte, y no menos real por la otra que en
muchos momentos de nuestra vida hemos deseado no sentir miedo y daríamos
cualquier cosa para lograrlo. Sin embargo, ¿quién no ha pagado alguna vez para
sentirlo? ¿Le parece disparatado? Recuerde alguna ida al cine donde pasaban
alguna película de terror y la entrada era cara porque era estreno.
El miedo es una emoción natural que tiene dos aspectos, uno
positivo y otro negativo. Al sentirlo, por ejemplo si un perro nos quiere
morder; esta emoción, de estar presente, hace que se activen sustancias
químicas que influyen en nuestro cuerpo y psiquis ayudándonos a huir o trepar
más rápido. Este sería un aspecto positivo y de adaptación.
Por otra parte, a veces el miedo nos paraliza cuando tenemos
que actuar. Hay animales que al quedar quietos pasan desapercibidos y es su única
defensa, como los sapos. Pero en nuestro caso generalmente no es así.
Podríamos decir que hay un miedo que paraliza y otro que
moviliza. Pero el más peligroso es el que nos obnubila, que no nos deja ver la
realidad. Hoy día se habla mucho de ataques de pánico.
Hay miedos básicos e inconscientes según estudios, como el
miedo a ser enterrado vivo, a no conseguir el sustento, a ser rechazado…. He
notado los humanos sufrimos más por miedo irracional que por el real. En
general me atrevo a decir que un 90 o 95 % es irracional. Como pensar que todo
irá peor.
Podemos concluir que para terminar con el miedo, negarlo no
es lo mejor, sino comprenderlo y aceptarlo, para luego enfrentarlo.
¿Cómo actúa aquí la
práctica del AIKIDO?
Me voy a permitir contar una anécdota:
Llegó hace un tiempo al Dojo Tane, una chica de unos siete años. Era bastante tímida y hablaba en voz muy baja. No obstante empezó a entrenar con nosotros.
Llegó hace un tiempo al Dojo Tane, una chica de unos siete años. Era bastante tímida y hablaba en voz muy baja. No obstante empezó a entrenar con nosotros.
Cuando yo levantaba la
voz para indicar algo entre el parloteo de otros niños, ella se contraía y
hasta llegaba a llorar, con lo cual tenía que calmarla y hacerle alguna broma para
que se relajara.
Su mamá hablando de sí
misma me contó que sufrió ataques de pánico y que su hija también. Entonces comencé
a trabajar su energía (KI) y con ella la de sus compañeros. Empleé el método
del kiai o grito de combate, al hacer algunos ejercicios. Fue muy divertido, ya
que todos sabrán que el grito de combate tiene que salir fuerte y con decisión. Indiqué a
todos hacer un ejercicio de golpeo pero agregando el kiai. Al hacerlo por
primera vez salió un sonido finito y tímido, lo que nos hizo reír mucho a
todos, lo cual causó un estado relajación y soltura hasta a los padres que
miraban. Luego de eso los hacía pasar de a uno para que atacaran pero con el
kiai bien potente. Debido a la falta de práctica, y más aún al sentirse solos, a la mayoría de los niños les seguía saliendo el sonido
finito y débil, causando que todos junto a ella o él, nos riéramos.
Ahí empezó la recuperación
de esta chiquita, que entre risas empezó a poder sacar el sonido y fue potenciando su energía además por los ejercicios en
sí. El kiai empezó a salir con tanta fuerza que tuve que acotar la práctica. Luego
le comenté a la madre que en cualquier momento entraba yo en estado de pánico.
Hoy día es una adolescente que ha superado un estado energético que tortura a
muchos jóvenes.>
Aikido nos hace entrenar “ki
no nagare” (hacer fluir y expandir nuestra energía) eso está implícito
todos los días en la enseñanza. También aprendemos a dirigirla a un punto, a
concentrarla y preservarla.
Si observamos en la naturaleza, vemos la expansión y
contracción continua. Un perro dominante tiene una postura de expansión, un
perro sumiso se contrae y expone su abdomen que es lo más vulnerable. Son estados
del Ki. Para aprender Aikido tenemos que comprender el ki.
Cuando se siente miedo, el ki se contrae, nos arrollamos,
bajamos la cabeza, nos cubrimos con los brazos, en actitud de rechazo.
Cuando sentimos alegría, el ki se expande, levantamos la
cabeza, abrimos el pecho y los brazos, en actitud de recibir.
En nuestro Dojo, tenemos en cuenta dos cosas: firmeza y no
resistencia. Se usarán según el caso. En
la vida hay momentos que nos tenemos que parar firmes, y hay otros que es mejor
no resistir, dejar pasar o seremos arrollados. Siempre hay algo más grande y
fuerte. No tenemos que poder con todo, creer lo contrario es un boleto seguro a
hacernos daño.
Contracción y expansión son dos aspectos del KI, el aspecto
inn y el aspecto yang, no debemos rechazar a uno y tomar solo el otro, no
podríamos tampoco.
Por último quiero contarles un dicho de un maestro
espiritual que tuve. Hablando de los miedos me dijo: -he sentido miedo muchas veces en mi vida, y he dejado de vivir muchas
buenas cosas por ello. Ahora a mi edad he aprendido a decirle al miedo: ¡¡¡miedo,
tengo que enfrentar esto, y no me querés soltar, entonces vas a tener que venir
conmigo, pero vamos y vamos!!!
Si practica Aikido con un buen guía, podrá hacer cambios
insospechados en su vida. ¡¡¡Anímese, en este caso, no tenga miedo!!!
M. Pereyra Sensei